En Defensa del Maíz: Una mirada a la decisión de México de eliminar las importaciones de maíz transgénico

Agronomist and UNOSJO leader Aldo Gonzalez

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Por Jusleen Basra

“El maíz es el elemento central de la forma de vida de las comunidades indígenas. Podríamos decir que el maíz es el corazón de las culturas de Mesoamérica. Entonces el maíz lo encontramos en muchas de las manifestaciones culturales de nuestros pueblos y por eso es muy importante para nosotros defenderlo, porque finalmente, es nuestra forma de vida.” -Aldo González, Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez Oaxaca (UNOSJO)

La conversación sobre los cultivos genéticamente modificados (GM) en las últimas décadas ha estallado en un debate mundial. Las prácticas asociadas a la siembra de estos cultivos transgénicos contribuyen a una complicada red de producción de alimentos cuyas consecuencias se extienden desde un nivel global hasta un nivel nacional y local. Los países compran semillas transgénicas a otros países que las producen, desarrollando relaciones económicas que pueden afectar profundamente a las comunidades locales. La siembra de semillas transgénicas afecta en fin a los ecosistemas locales, a los cultivos nativos y a la salud y las prácticas culturales de las personas.

El 31 de diciembre de 2020, el gobierno de México emitió un decreto que ordena la prohibición gradual de las semillas de maíz transgénico por 2024 en un esfuerzo por “lograr la autosuficiencia en la producción de alimentos.” México es uno de los principales importadores de maíz amarillo modificado genéticamente de Estados Unidos, y aunque no permite la siembra doméstica de maíz transgénico para consumo humano, el país ha permitido la siembra para pruebas y uso del cultivo en la alimentación animal. El decreto también prohibió los fertilizantes químicos que contienen el cancerígeno glifosato, que suelen vender las empresas estadounidenses.

Esta medida es considerada una victoria por muchos: en lugar de favorecer a la agricultura comercial y a las empresas transnacionales que amenazan el bienestar de los pequeños agricultores, esta ley protege las variedades de maíz nativa mexicanas y las prácticas de cultivo indígenas. Para tener una visión más completa de la aprobación de esta ley, hablamos con Aldo González, un líder de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (UNOSJO). UNOSJO es una organización indígena zapoteca de la Sierra Juárez de México que lleva más de 30 años defendiendo los derechos indígenas a la tierra y los recursos naturales. A través de UNOSJO, así como en otras organizaciones, Aldo ha desempeñado un papel importante en la defensa de las variedades nativas de maíz.

Muchas de las familias indígenas del campo con las que trabaja Aldo han estado sometidas en algún momento a un círculo vicioso impulsado por las grandes corporaciones agrícolas. Para sobrevivir y competir con otros mercados, pasaban horas transportando costosos fertilizantes químicos y otros insumos por la montaña y tenían que utilizar prácticas para cultivar que, en realidad, eran perjudiciales para la tierra y para su bienestar. Aldo y UNOSJO han ayudado a estas familias a cambiar a métodos agroecológicos que son mejores para su salud y el planeta, y que se alinean con los valores de la comunidad, rompiendo el modelo demasiado común en el que las grandes corporaciones amenazan el sustento de las pequeñas comunidades rurales.

Cuando Aldo oyó hablar por primera vez de la posibilidad de la llegada del maíz transgénico a México en el año 2000, percibió que su entrada podría ser una amenaza para el maíz nativo de México y, posteriormente, para las familias que dependían de él. Efectivamente, el profesor Ignacio Chapela, de la Universidad de California-Berkley, publicó en 2001 un informe en el que se descubrían rastros de material transgénico en los genes de los cultivos de maíz indígena mexicano. Dado que el consumo per cápita de maíz es mucho mayor en México que en Estados Unidos, la contaminación del maíz nativo es un gran motivo de preocupación.

Sólo en la región de Oaxaca, donde vive Aldo, existen casi 35 de las 60 razas de maíz de México debido a su entorno micro climático único. La diversidad genética hace que los suministros de alimentos sean más confiables y resistentes a las catástrofes naturales, las enfermedades u otros acontecimientos imprevistos; si una variedad está en peligro, los habitantes de la región podrán recurrir a otras variedades para sobrevivir. Por eso, el monocultivo, o la práctica de cultivar un solo tipo de cosecha en una amplia parte de la tierra, es arriesgado. Si las plagas se vuelven resistentes a este cultivo, si ocurre un desastre natural o si una enfermedad comienza a propagarse, toda la raza podría ser eliminada. De hecho, en los años 1970 se produjo una situación similar en Estados Unidos, donde un hongo amenazó casi hasta la extinción el principal cultivo de maíz del país. Gracias al cruce con semillas de México, Estados Unidos pudo desarrollar una nueva variedad de maíz. El valor de la diversidad genética se hace más evidente cuando México pretende evitar que una situación semejante se produzca en su propio país.

Igual de importante es que la protección del maíz mexicano garantiza que la rica historia del país y los vínculos ancestrales de los nativos con el cultivo se protegen para las generaciones que vienen:

“Nosotros consideramos que es muy importante el maíz. Es nuestro cuerpo, o sea nosotros comemos maíz y nuestro cuerpo está formado por maíz. Es nuestra sangre, es nuestros huesos; entonces somos gente de maíz y no podemos dejar o percibir una agresión de esta naturaleza.”

Como describe Aldo, la protección del maíz tiene tanto un significado cultural y espiritual como una necesidad medioambiental.

Para defender estas ideas a nivel nacional, Aldo participó en el desarrollo de la Red en Defensa del Maíz, una coalición de comunidades y organizaciones locales que hacen campaña por la protección del maíz mexicano. Durante las últimas décadas, han hecho un seguimiento activo de las acciones del país a nivel nacional, presentando recursos para propuestas que flexibilizaran las restricciones a la entrada de semillas transgénicas. Lograron un éxito particular al defender en contra de una ley de 2009 que habría permitido la siembra de semillas transgénicas dentro de las fronteras de México para su prueba. El recurso tuvo éxito y la ley no se autorizó.

Al final, el reciente decreto de 2021 firmado por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, en el que se pide la prohibición gradual del maíz transgénico, fue una medida valiente tomada ante la presión de empresas transnacionales como Bayer, que temían la pérdida de México como comprador importante. La esperanza es que la restricción de la entrada de maíz transgénico creará un espacio para el uso y la protección de las razas de maíz nativo, asegurando una fuente fiable de alimentos nutritivos para las generaciones futuras, protegiendo un símbolo inestimable del patrimonio y la historia de México, y honrando el sustento, los valores y el espíritu de los pueblos indígenas.

La historia de México es, sin duda, un éxito para los movimientos sociales como del que forma parte Aldo y refleja una tendencia en el deseo de proteger los cultivos nativos, especialmente en Europa (por ejemplo, Italia y Francia han prohibido el uso de todos los cultivos transgénicos dentro de las fronteras de sus países). Es un verdadero testimonio del poder de la organización de base y de la acción colectiva que la gente de Sierra Juárez, y otras comunidades de México, fueron capaces de levantarse en defensa de su sustento.

Sin embargo, Aldo advierte a los grupos que no se dejen desactivar: su trabajo debe continuar. Anima a los cultivadores indígenas a guardar y sembrar sus semillas nativas en la medida de lo posible para promover la autosuficiencia ante futuras crisis como la pandemia de coronavirus:

“No sabemos cuándo vaya a terminar esta pandemia y no creemos que vaya a hacer la única pandemia que exista en el mundo y es probable que vaya a ver pandemias más recurrentes; entonces necesitamos empezar a prepararnos para tener las semillas necesarias para que podamos sobrevivir como comunidades indígenas y como humanidad.”

Mediante la organización de bancos de semillas locales y la continuación de su defensa con UNOSJO y la Red en Defensa del Maíz para proteger los cultivares y las prácticas indígenas, Aldo espera ayudar a crear un mundo en el que los pueblos nativos de México puedan prosperar con los frutos de sus propias tradiciones.

Haga clic aquí para leer el decreto mexicano de 2021 completo, y aquí para saber más sobre la Red en Defensa del Maíz.

 

Jusleen Basra apoya la comunicaciones de WhyHunger y le apasiona contar historias y amplificar experiencias de nuestros aliados para fortalecer un sistema alimentario mundial justo y sostenible.

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